Al acercarse la hora de la cena ya estaba embriagada y, después de otra botella de vino con la comida, se encontraba lo bastante ebria como para dormirse.
En cambio los creyentes, si fueron virtuosos, pueden pasar el puente y llegar al paraíso, el Jannah, donde se prometen jardines exuberantes, ríos de leche, miel y vino que no embriaga, así como la compañía de seres queridos.
Embriagado por la evidencia del prodigio, en aquel momento se olvidó de la frustración de sus empresas delirantes y del cuerpo de Melquíades abandonado al apetito de los calamares.