Cuando las milicias se incorporan a las Fuerzas Populares de Defensa y visten uniformes, adquieren, desde la perspectiva del derecho internacional, la condición de órganos del Sudán.
En la mayor parte de los casos, los atacantes llevaban uniformes, parecidos a los uniformes militares, y también gorras militares o turbantes, y montaban a caballo o camello.
Un experto señaló que el término "regulares" podría ser restrictivo puesto que normalmente se refería a las fuerzas uniformadas, lo que excluía, por tanto, a las fuerzas reservistas.
Funcionarios del Gobierno han facilitado equipos, armas y uniformes a las milicias, que han participado en ataques terrestres conjuntos contra civiles, a menudo con bombardeos de la fuerza aérea.
También se exige al personal de los contingentes militares que vista su uniforme en todo momento, a fin de que sea más fácil supervisar sus movimientos cuando no están en servicio.
Que los Janjaweed abrumaron a la policía es una tendencia que comenzó antes de que estallara la crisis actual y que puede inferirse de la información facilitada por el propio Gobierno.
Esos informes indican que la gran mayoría de los asesinatos fueron cometidos por personas a quienes los testigos describen como milicianos Janjaweed, casi siempre uniformados y montados a caballo o en camellos.
En cuanto al personal uniformado, dos miembros de las unidades de policía formadas y 77 efectivos del personal militar han sido repatriados o devueltos a sus hogares como medida disciplinaria, incluidos seis comandantes militares.
Sin embargo, las tropas congoleñas no reciben su sueldo con regularidad, carecen de logística a largo plazo y están mal equipadas, en especial en lo que respecta al apoyo logístico, como comunicaciones, vehículos y uniformes.