Elizabeth por poco suelta una carcajada al escuchar aquella proposición tan interesante, a pesar de que le dolía que su madre le estuviese siempre insultando.
Lantín se entristeció de tal modo, que por poco lo entierran también. Su desesperación fue tan grande que sus cabellos encanecieron por completo en un mes.
Al viejo Neptuno le mantuvo la dignidad de cochero que le concedió el primer marqués, y lo encargó de velar por lo poco que quedaba de la caballeriza doméstica.
Pues bien, aquel mozo, por la sutileza de entendimiento y, al mismo tiempo, por su poca experiencia, abrumaba a su padre en muchas cosas de las que hacía.
Pocas manos tenían el control o la propiedad de esos campos, y luego había muchísima más gente trabajando para ellos por muy poco dinero, lo que provocaba conflictos.