El plutonio separado y el combustible gastado se almacenarían en forma descentralizada en varios lugares, mecanismo que minimizaría el transporte del combustible.
Como resultado de la catástrofe de Chernobyl, el territorio de Belarús quedó contaminado con radionucleidos de cesio, estroncio y plutonio de período largo.
Se expresó preocupación concreta por riesgos para el medio ambiente y la proliferación que representan el reprocesamiento del plutonio y el transporte de materiales nucleares.
En consecuencia, un requisito indispensable para la construcción de nuevas instalaciones es la demanda de nuevas actividades de reprocesamiento y de fabricación de plutonio reciclado.
Aumentaría el riesgo de desviación, pues no hay manera de garantizar que el plutonio procesado en plantas de energía eléctrica no sea utilizado con fines militares.
Para los demás Estados no interesados en la recuperación de plutonio, el almacenamiento es sólo un paso intermedio en el camino hacia la disposición final en repositorios geológicos.
Se consideraron tres alternativas para la liberación de Pu, pero en última instancia no se logró consenso y nunca se ha establecido un mecanismo de almacenamiento internacional del plutonio (AIP).
Todas las instalaciones dedicadas al enriquecimiento o el reprocesamiento deben colocarse bajo control multilateral; además, hay que declarar una moratoria total para el enriquecimiento de uranio y la separación de plutonio.
Al igual que en la mayor parte de las iniciativas de esa época, se hacía hincapié en la parte final del ciclo del combustible, concretamente en el reprocesamiento y la contención del plutonio.
Es necesario que el plutonio no sea utilizado como combustible en reactores de uso civil, se guarde en recintos bien protegidos y quede inmovilizado para impedir su contrabando y reutilización en armas nucleares.