Los que estaban allí, le dijeron que el animal había mordido al muchacho y que este,al defenderse, lo había matado golpeándole la cabeza con una piedra.
Los que estaban allí, le dijeron que el animal había mordido al muchacho y que este, al defenderse, lo había matado golpeándole la cabeza con una piedra.
Cuatro o cinco mordidos en un mismo día no le quitaban el sueño a nadie, y menos con una herida como la de Sierva María, que apenas si alcanzaba a notársele en el tobillo izquierdo.
No, hombre, si no es por sacarte franco; es cierto, créelo que es cierto; ha mordido a plebe de gente y los médicos recetaron que se le introdujera en la piel una onza de plomo.
No volvió a saberse nada de los mordidos hasta principios de enero, cuando una india andariega conocida con el nombre de Sagunta tocó a la puerta del marqués a la hora sagrada de la siesta.