Los perros sacudieron las orejas como aldabas, hubo revuelo de pájaros nocturnos, queja y queja de ciprés en ciprés y teje maneje de cuerdas de relojes.
El diplodocus gigante pudo haber sido capaz de agitar su cola más rápido que el sonido, a más de 1.200 kilómetros por hora, quizá para disuadir depredadores.
Ahora continúa en mi casa y, a veces, se sienta encima de un grueso diccionario, balancea sus delgadas piernas y me mira, sin decir nada, mientras escribo.
¡Oh solitarios árboles, que desde hoy en adelante habéis de hacer compañía a mi soledad, dad indicio, con el blando movimiento de vuestras ramas, que no os desagrada mi presencia!
¿Realmente te divierten esas cosas? En una discoteca te mueves, gritas, ves cambios de luz y no piensas sino en divertirte. Deja esas cosas aburridas y ven conmigo. Te invito.
Fue a un sitio donde se pudiera bailar después de la cena, pero la mujer era muy mala bailadora, y entonces la dejó por una perra armenia, que se restregaba contra él.
No te olvides del trípode porque te será muy útil para mantener la cámara fija cuando quieras sacar fotos de los animales en movimiento, especialmente de los monos, que no paran de columpiarse y de comer plátanos.