Es lamentable, como suele suceder con mucha frecuencia, que en lugar de culpar al agresor se culpe a la víctima, como en este caso a Uganda, por no poner fin a la guerra.
Después, en el vertiginoso palacio, habla de " una reprobación que era casi un remordimiento" ; esas palabras corresponden a Homero, que había proyectado ese horror.
Como todo poseedor de una biblioteca, Aureliano se sabía culpable de no conocerla hasta el fin; esa controversia le permitió cumplir con muchos libros que parecían reprocharle su incuria.
Y no se les ocurre mejor idea que echarle la culpa a los libros de caballería por haberle hecho perder el juicio a Alonso, por lo que deciden quemarlos todos y tapiar la biblioteca.