Al otro lado del desfiladero, radiante en el sol de las once, apareció de pronto la ciudad completa de palacios quiméricos y viejas barracas de colores apelotonados en las colinas.
Al pasar entre las nubes, el cohete hizo que medio cielo se tiñera de rojo, y entonces aquel breve amanecer desapareció en el cielo de Florida, engullido por la noche.
Y a medida que el día da paso a la noche y las luces comienzan a iluminar las antiguas murallas y torres, Ávila se transforma en un escenario de ensueño.