––Sí, es cierto; debió de haber una mala dirección en la educación de estos dos jóvenes; uno acaparó toda la bondad y el otro todas las buenas apariencias.
Con la falda marrón se ponía una blusa blanca con tres botones, y solo se abrochaba los dos primeros, así que su cuello quedaba al aire, un cuello moreno y largo.
La señora Rebeca, una viuda solitaria que vivía en una casa llena de cachivaches, sintió a través del rumor de la llovizna que alguien trataba de forzar desde afuera la puerta de la calle.