Iván, el ruso elegante y silencioso, estilizado como un junco, con mirada huidiza y un pañuelo saliendo siempre del bolsillo de su chaqueta como una flor de seda fuera de temporada.
Optó por musitar que con el Señor están las llaves de las cosas ocultas y que no hay en la tierra una cosa verde o una cosa marchita que no esté registrada en Su Libro.