3.Sin embargo, era el barrio más alegre, de colores intensos y voces radiantes, y más al atardecer, cuando sacaban las sillas para gozar de la fresca en mitad de la calle.
4.El portón se cerró. Relegaron los muebles franceses cuyos terciopelos apestaban por la humedad, vendieron los gobelinos y las porcelanas y las obras maestras de relojería, y se conformaron con hamacas de lampazo para entretener el calor en las recámaras desmanteladas.