En la cabecera de la mesa, Otálora, borracho, erige exultación sobre exultación, júbilo sobre júbilo; esa torre de vértigo es un símbolo de su irresistible destino.
Entre los Inmortales, en cambio, cada acto (y cada pensamiento) es el eco de otros que en el pasado lo antecedieron, sin principio visible, o el fiel presagio de otros que en el futuro lo repetirán hasta el vértigo.
Eso por no hablar de todas las otras pantallas con cifras que cambiaban a velocidad de vértigo y cuyo significado solo era evidente para los oficiales que estaban de servicio.
Suena fuerte, pero el choque político y jurídico entre el gobierno y el poder judicial ya no tiene mucho más margen antes de provocar una crisis institucional de esas que dan vértigo.