A la inversa, muchos vecindarios pobres, a fin de protegerse de la violencia, pueden considerar justificado portar armas, establecer cuerpos policiales extraoficiales y administrar justicia por conducto de turbas o grupos de “vigilantes”.
Sonaron los atambores, llenó el aire el son de las trompetas, temblaba debajo de los pies la tierra; estaban suspensos los corazones de la mirante turba, temiendo unos y esperando otros el bueno o el mal suceso de aquel caso.