A juzgar por las apariencias, tía Petunia pensaba que la mejor manera de levantar la moral a Dudley era asegurarse de que, por lo menos, podía comer más que Harry.
Las cinco y diez... las cinco y cuarto... Harry ya empezaba a preocuparse. A las cinco y media oyó a tío Vernon y a tía Petunia rezongando en la sala de estar.
Y de esa manera, después de muchas rabietas y discusiones que hicieron temblar el suelo del dormitorio de Harry y de muchas lágrimas derramadas por tía Petunia, dio comienzo el nuevo régimen de comidas.