Pero si el magma es viscoso o sube muy rápido, retiene el gas y la presión aumenta, como cuando agitas una soda, lo que resulta en explosiones que proyectan fragmentos que llamamos ceniza o piroclastos.
El movimiento constante de las placas y la actividad de las plumas de manto hacen que se forme magma, pero la complejidad del proceso hace que los volcanes continúen erupcionando de formas impredecibles para nosotros.
Aunque el calor no es tan grande como para fundir las rocas del manto, en ciertas condiciones, como un alto contenido de agua, una disminución rápida en la presión o una zona de alta temperatura se pueden fundir y formar magma.