Después se supo que había jurado el Duque que si a él no le lavaran como a don Quijote, había de castigar su desenvoltura; lo cual habían enmendado discretamente con haberle a él jabonado.
Paqui se plantó allí muy discretamente, se sentó en un banco, al principio no la habíamos ni siquiera visto y de repente dijimos, anda, pero si es Paqui Maqueda.