No volvería a reunirse con sus amigos, clérigos y laicos, que compartían con él los deleites de las ideas puras, y organizaban torneos escolásticos, concursos literarios, veladas de música.
Bien es verdad que el cocinero preparaba con tal habilidad los garbanzos y las habichuelas, que parecían, merced al refinado condimento, manjar de muy superior estimación y deleite.
Pero siguió comiendo mientras hablaba, saboreando, masticando, más bien con distracción de sabio que con deleite de buen comedor, y al terminar el primer racimo suplicó que le llevaran otro.
La tela iba a ser destruida mil veces, y ella mil veces la reconstruiría; siempre sin hastío ni desesperación, tampoco con deleite, tal como venía sucediendo desde hacía millones de años.
La grasa de la leche es el ingrediente secreto que hace que el hielo se transforme en un deleite cremoso y esponjoso, mientras que el azúcar del jarabe endulza la mezcla a la perfección.
Y cuando, en alguna ocasión, escuchaba a algún adulador, huía de él, porque, acordándose del zorro, sabía que todos los que halagan a quien no tiene méritos, lo hacen esperando lucrarse a costa de sus deleites.
Reventó con la punta del cuchillo los cuatro huevos fritos, y los rebañó en el plato con patacones de plátano verde que se metía enteros en la boca y masticaba con un deleite salvaje.
Marilla lo notaba y se sentía vagamente molesta, comprendiendo que los altibajos de la vida serían mal resistidos por esa alma impulsiva, sin comprender que una capacidad igualmente grande para el deleite podría compensarlo todo.
Habían cambiado mis penas y mis alegrías, mis deseos se habían alterado, mis afectos ten ían otro sentido, mis deleites eran completamente distintos de como eran a mi llegada a esta isla y durante los últimos dos años.