Una monja de servicio llevó una garrafa con frutas picadas en un vinazo de dos orejas, y un platón de aguas humeantes que impregnaron el aire de un olor medicinal.
Una anemia de invención plagaba mi sintaxis y mis vuelos metafóricos me recordaban a los de los anuncios de baños efervescentes para pies que acostumbraba a leer en las paradas de los tranvías.
Sin contar el extraño caso de la perra Kelpie Australiana Maggie que vivió hasta los 30 años de edad y de las gatas Tiffany II de 27 años y Creme Puff de 38 años (Guinness World Records).