Para llegar a estos aquelarres apartados, las brujas se desplazaban a gran velocidad, viajando en una ráfaga de viento, montadas en una bestia o en una escoba mágica.
Hombres vestidos con túnicas de color naranja brillante y montados en escobas voladoras entraban y salían de la foto a toda velocidad, arrojándose unos a otros una pelota roja.