Este libro breve y fascinante, en el cual ya se vislumbran los gérmenes de nuestras novelas de hoy, no es ni mucho menos el testimonio más asombroso de nuestra realidad de aquellos tiempos.
Cuentan las fuentes que, en cierta ocasión, Cleopatra disolvió en vinagre una perla de enormes dimensiones, de grandísimo tamaño, y se la bebió solo para demostrar lo poco que le importaba la ostentación y el lujo.