De cualquier modo, la compadezco porque debe de comprender que se ha portado muy mal, y porque estoy segura de que la preocupación por su hermano fue la causa de todo.
Entonces cada uno tenía tres oportunidades, así me inventé yo mis reglas de juego, cada uno tenía tres oportunidades, o sea, tres oportunidades entre todos y si no lo acertábamos la persona nos decía qué hacía.
Antes, como siempre, le tejió a la niña la trenza solitaria que él mismo le soltaba antes de hacer el amor, y la subió en la mesa para hacerle el lazo de los zapatos del uniforme, que ella siempre hacía mal.